jueves, 16 de febrero de 2012

Como aumentar el rendimiento del equipo I (La medición)


Existen muchos factores que inciden en la capacidad productiva de las personas y por extensión en el rendimiento de los equipos: la motivación, las convicciones, los roles, las aptitudes y las actitudes, la competitividad, etc.. Antes de entrar a comentar algunas de ellas, desde la perspectiva de mi propia experiencia, quiero dedicar este post a reflexionar sobre el proceso de medición

El rendimiento como tal, es el ratio resultante del beneficio obtenido frente al coste de los medios empleados para conseguirlo. Así pues, en última instancia, estamos hablando de números.

Puede parecer una perogrullada, pero para mejorar algo, en primer lugar debemos ser capaces de medir su estado actual y a través de reiteradas mediciones, conocer el avance o retroceso del objeto de la medición. En este sentido, el rendimiento de un equipo, no es una excepción.

Es evidente que la medición en sí, no aporta valor a proceso de mejora, tan solo es una herramienta que, en base al valor de las magnitudes medidas, nos permitirá tomar decisiones al respecto. Si se me permite la licencia, en este caso, no tendremos el problema de Heisemberg ya que podremos medir tanto la “posición” como el “momento” (asemejando la masa a los integrantes de nuestro equipo), con suficiente precisión para el propósito que nos ocupa.

Antes de marcarse un objetivo de mejora, es necesario conocer, la velocidad productiva actual y la tendencia de esta velocidad en un periodo determinado de tiempo (el mínimo necesario para permitir ajustar el objetivo, no solo a la posición sino a la tendencia). En base a este análisis preliminar, se podrá fijar un objetivo de mejora más realista.

A todos nos suena aquello de que los objetivos deben ser S.M.A.R.T. (Specific, Measurable, Achievable, Realistic, Time-Bound), por eso es importante seleccionar y determinar con acierto los objetivos a conseguir, pero estos objetivos, nos deben permitir hacer mediciones intermedias, yo diría que diarias.

El proceso de medición, no debe ser un elemento distorsionador en la velocidad productiva y por lo tanto, no debe tener un coste apreciable, en forma de esfuerzo adicional para el equipo. Además de por los motivos evidentes, un esfuerzo adicional en este sentido, no suele tener buena acogida, al menos al comienzo .

Durante el proceso, es importante analizar los inesperados cambios de tendencia, así como los picos y valles en velocidad productiva. Seguramente sea un indicador de fallo en la definición de objetivos, bien por exceso o por defecto.

El proceso de medición constante de la capacidad productiva, no solamente es una herramienta que permite detectar problemas de forma inmediata, sino que en la mayoría de las ocasiones, al menos desde mi experiencia, no tiene por que verse como un mecanismo de control sino como un elemento de superación, que además, puede favorecer la comunicación y la motivación entre los miembros del equipo.

Es importante que los datos resultantes de las mediciones sean públicos y analizados por el conjunto del equipo, pero antes de entrar en esa fase, se debe hacer un ejercicio preliminar de establecimiento de métricas (más adelante se pueden cambiar o ajustar), indicadores y toma de datos inicial, para presentar el planteamiento al equipo, con el trabajo mínimamente elaborado, que facilite su comprensión y acogida. No se trata de controlar, se trata de ayudar a mejorar  en lo personal y colectivo. No se trata de trabajar más, sino de sacar mayor provecho al esfuerzo realizado.

martes, 14 de febrero de 2012

La retención de talento en tiempo de crisis


En los tiempos que corren, con una crisis que no acaba de tocar fondo y una reducción de ingresos generalizada en la mayoría de los sectores, no es mejor momento para retener talento en base a la mejora de los contratos y las condiciones laborales. De todas formas, esta no es la única opción, aunque si la más práctica, al menos a corto plazo.

No voy a descubrir nada nuevo, pero en este contexto, creo que hay que considerar la retención de talento dentro de las empresas como un elemento más a tener en cuenta para ayudar al mantenimiento y recuperación de la situación económica de la propia empresa.

En tiempos de estrecheces económicas, todos los problemas tienen peor solución, incluida la fuga de talentos. Muchas empresas ven que sus mejores activos humanos se van y poco pueden hacer para retenerlos, sobre todo si se pretende reaccionar, solamente cuando la persona en cuestión ya ha tomado la decisión de abandonar el barco.

Hay muchas claves relacionadas con la retención de talento y muchas “recetas” para conseguirlo, pero no todas están al alcance de todas las empresas, menos si cabe, en una situación de ajustes como la que nos toca vivir en este momento.

Existe mucha literatura sobre la retención de talentos y sesudos estudios al respecto, por eso en este caso, me voy a limitar a hacer algunas observaciones, que desde mi punto de vista, tienen vital importancia y que no por conocidas, debemos pasar por alto.

Como siempre, el ejercicio a realizar, es analizar que hace que una persona decida irse de nuestra empresa a otra, y qué podríamos haber hecho para conservarla. En algunos casos; últimamente menos; la motivación es puramente económica y por lo tanto el margen de maniobra es menor, pero hay otros muchos casos en los que, el estar a gusto, es el mejor acicate que podemos utilizar y posiblemente, el que menor impacto económico tenga.

Pero, ¿que significa estar a gusto?. La pregunta es fácil, pero no hay una única respuesta.

Como decía, hay muchas claves para conseguir que las PERSONAS; sí, en mayúsculas; se encuentren a gusto, al menos con su trabajo, aunque no tengan ese mismo sentimiento con su empresa en términos globales.

Puede parecer contradictorio, pero en muchas ocasiones personas con un gran talento, que podrían fácilmente optar a otro puesto de trabajo, incluso mejor remunerado, optan por mantenerse en su puesto de trabajo actual, simple y llanamente porque se encuentran a gusto con su trabajo, se sienten valorados por sus responsables directos y sus compañeros y me atrevería a decir que incluso cuando no se está de acuerdo con las políticas de la empresa en aspectos de retribución, formación y carrera profesional, etc. No se me malinterprete, solamente un buen ambiente de trabajo no es suficiente, pero si es cierto que en buena medida, es capaz de compensar algunas otras carencias.

Los trabajadores de las empresas, aunque a menudo se olvide, son personas y como tales, necesitan de un “cariño”, que no siempre estamos dispuestos a dar. Nos aparamos en aquello de que “al trabajo no se viene a hacer amigos”; cierto, pero si a hacer compañeros, equipo en los que poder apoyarte para conseguir entre todos un objetivo. Este objetivo, que es motivo de satisfacción para el que lo consigue, curiosamente, al fin y la postre, es el objetivo empresarial.

Ya sabemos que un grupo de trabajo, no es lo mismo que un equipo. Lo primero es fácil de conseguir, lo segundo es bastante más complicado y en este caso es donde interviene el factor humano, que tantas veces se olvida.

El aspecto anímico de los equipos es sumamente importante y para ello, en cierto modo, el líder deberá ejercer de psicólogo; saber que es lo que le preocupa a cada uno, en que aspectos se siente más inseguro y que motivación necesita cada persona, para que ponga todo su potencial a disposición del equipo.

Todos en nuestro trabajo necesitamos ayuda, muchas veces incluso sin saberlo. El pedir ayuda y sentirse ayudado es reconfortante, pero lo es más aún cuando la ayuda se recibe sin haberla solicitado, eso es un claro síntoma de que hay compenetración dentro del equipo. Ojo, no confundir con hacerle el trabajo a los demás, que eso no es necesariamente ayudar.

Por lo general, las personas tendemos a corresponder con aquellos que nos ayudan, nos enseñan y nos hacen progresar tanto en los aspectos profesionales como humanos.

Todos necesitamos que se entienda y valore nuestro trabajo, que nos ayuden a corregir y enmendar los errores que cometemos y que nos den una segunda oportunidad cuando nos equivocamos. Estas son algunas de las cosas que nos hacen “sentirnos a gusto” en una empresa y que hacen que antepongamos estas cuestiones sobre otras más materiales.

Como decía, en tiempos de crisis es más complicado satisfacer las necesidades y anhelos de los talentos declarados, pero con un poco de imaginación, se pueden conseguir más cosas de las que pensamos. Y digo talentos declarados, porque hay mucho talento oculto esperando a ser descubierto, que con un poco de “cariño” habremos conseguido un valioso aliado para capear este temporal que nos azota.

No es fácil convencer a una persona que quiere marcharse porque tiene oferta más ventajosa en otra compañía. Las promesas hace mucho tiempo que han perdido valor, la única que sigue teniendo vigencia, es la promesa de hacer todo lo posible para conseguir satisfacer las necesidades de la persona, pero para eso hace falta confianza y la confianza hay que ganársela.