viernes, 29 de julio de 2011

Todos trabajamos en equipo, pero...

Esta historia es un clásico de la literatura sobre el trabajo en equipo y la comunicación, pero sigue vigente hoy en día. A mi, por lo menos, me suena de algo...







Había que hacer un trabajo muy importante y “Cada uno” estaba seguro de que “Alguien” lo haría.
Cualquiera” pudo haberlo hecho, pero “Ninguno” lo hizo. “Alguien” se disgustó por eso, ya que el trabajo era de “Cada uno”.
Cada uno” pensó que “Cualquiera” podría hacerlo, pero “Ninguno” se dio cuenta que “Cada uno” lo haría.
En conclusión, “Cada uno” culpó a “Alguien” cuando “Ninguno” hizo lo que “Cualquiera” podría haber hecho.

 ¿También a ti te es familiar?

lunes, 25 de julio de 2011

Cobra por lo que vales o acabarás valiendo por lo que cobras


Cobra por lo que vales o acabarás valiendo por lo que cobras. Esta es la frase (no es mía) que me vino a la cabeza después de leer las peripecias acontecidas en el Ayuntamiento de Bilbao con los dispensadores de tikets de turno en el Servicio de Gestión de Espera.

Este es un suceso lamentable, en el que todos, desde la empresa adjudicataria como el propio Ayuntamiento de Bilbao y los propios ciudadanos, han salido perjudicados. ¿Quien tiene la culpa de que sucedan este tipo de cosas? ¿Las administraciones públicas? ¿Las empresas? ¿La crisis?. Todos y ninguno. No hay una respuesta sencilla para esta pregunta.

Evidentemente, este no es un hecho aislado y en muchas otras ocasiones se han producido casos similares, donde una empresa acude a un concurso público con un precio muy por debajo del precio de licitación, los cuales, huelga decir que siempre están muy ajustados. ¿Por que ocurre esto?. En este caso, la respuesta es más fácil, desde mi punto de vista.

Hay dos posibles respuestas: una es cuando se considera una inversión, donde se asume el riesgo o incluso la certeza de la pérdida económica y otra, la de la pura subsistencia.

Ya sabemos que el “dumping”, cuando menos, es una práctica desleal, pero a menudo utilizada para acceder a un mercado o simplemente para desbancar a la competencia.

Si ponemos como ejemplo las administraciones públicas, sabemos que son; o al menos lo eran hasta hace poco, un cliente apetecible para la mayoría de los proveedores por dos motivos: son (o eran) clientes que siempre pagan y por otro lado, son (o eran) clientes que dan continuidad a las inversiones. Pero por otro lado, también sabemos que acceder a las instituciones públicas no es fácil y muchas veces es un coto cerrado, en el que no se entra sin una ayuda externa.

En muchas ocasiones, las empresas asumen el acceso a un concurso o proyecto, como una inversión para captar un cliente, del que se espera obtener un beneficio futuro donde se retorne esta inversión inicial. Evidentemente, esto no es aplicable a todas las empresas ni proyectos ya que puede ser un riesgo o coste fuera del alcance de muchos. ¿Que ocurre si después de este proyecto no hay continuidad?

Hay otros casos en los que las empresas se ven abocadas a obtener proyectos de forma desesperada, únicamente con el objetivo de poder mantenerse en el mercado o en el propio cliente. Está claro que cuando esta es la circunstancia, el riesgo es aún mayor ya que el impacto sobre la empresa, en caso de fracaso, suele ser letal.

Si echamos la vista atrás, al menos en el mercado de las IT, vemos que los precios de contratación de proyectos y servicios, no solamente no han subido en los últimos años sino que han descendido considerablemente. Podríamos pensar que es lo habitual en cualquier economía de mercado, donde aumenta la competencia y la oferta supera a la demanda, pero, ¿es esto realmente lo que ha ocurrido?. En parte si, ya que veníamos de unos años de bonanza económica y de sobre valoración de ciertos productos y servicios relacionados con las IT. El problema, es que hemos pasado de pagar/cobrar casi cualquier precio por obtener/proporcionar un producto o servicio con calidad y garantías, a una situación en la que prima sobre todo el coste, descuidando la calidad de los servicios y dando una patada hacia adelante a los problemas derivados de la falta de calidad.

Algunas empresas han sabido reaccionar ante esta nueva coyuntura y han sabido conjugar la moderación de los costes con un aumento en la calidad de sus productos y servicios, aportando de esta forma un factor diferencial sobre el resto. Pero esta no es una fórmula fácil de aplicar, de echo, está incluso fuera del alcance de muchas empresas.

Cada vez está calando más hondo la apuesta por la calidad, tanto desde el punto de vista del que compra como del que vende y aunque en tiempos de crisis poner en práctica medidas para aumentar la calidad, muchos lo ven como un coste inasumible, está claro que es la apuesta por la continuidad del negocio.


Quiero dejar claro, que con mis anteriores comentarios, no me estoy refiriendo a la empresa adjudicataria del servicio al que hacía referencia al inicio, ya que desconozco totalmente a la empresa y sus circunstancias, así como el proceso de licitación del citado concurso. Solamente he utilizado este suceso como base para esta reflexión.